Ficha de Aeryn.

-¿Estas consiente del por qué hacemos esto?- Me preguntó un hombre que portaba una máscara blanca ocultando así su identidad, dirigiendo sus palabras a la persona de cabellos albinos que se encontraba arrodillada en el suelo manteniendo su cabeza gacha y con una expresión llena de melancolía, a mí.

-Sí- Respondí suavemente, sabía muy bien el porqué hacia todo esto, todo era con el fin de protegerlos a ellos y ellos protegerme a mí. Entrecerraba levemente los ojos apretando con fuerza mis puños, las marcas que lentamente se grababan en mi espalda dolían mucho más de lo que podía aguantar y los constantes sellos de los otros enmascarados hacían estando a mi alrededor no se detendrían hasta detener el ritual, di un largo suspiro, dedicándome a recordar sagazmente todo mi pasado.

Mi vida en ningún momento fue fácil; mi clan, consiente de un poder el cual no debían poseer fue vilmente repudiado y obligado a desintegrarse prometiéndose nunca revelar los secretos que guardaban sus poderes, manteniendo un perfil bajo en todo momento y viviendo sus vidas como simples aldeanos, los años pasaron y el odio a las personas con habilidades especiales fue disminuyendo lentamente, el Kekkei Genkai se fue convirtiendo en un fenómeno fácil de encontrar y poco a poco comenzó a ser aceptado por toda la comunidad, por supuesto, el miedo nunca abandonó la mente de mis padres obligándolos a ocultar mis poderes alejando la idea de convertirme en ninja en todo momento, no me molestaba para aquél entonces, era feliz con la vida que tenía y esperaba que las cosas nunca fueran a cambiar… era increíble como la vida podía cambiar tan fácilmente, la muerte brutal de mis padres causado por un ninja renegado me hizo entender la fragilidad de las cosas.

A mi edad de 14 años me había quedado sin nada, no tenía familia ni conocidos, los tres vivíamos alejados de todo subsistiendo bajo nuestro propio trabajo y esfuerzo, no tenía idea de qué hacer y a donde ir, simplemente era una niña que había sido sacada de su pequeña burbuja de ilusiones, caminé por mucho tiempo en busca de una aldea, un refugio en donde poder apoyarme, sin embargo, mis pies cayeron antes de poder encontrar alguna ayuda posible, fue en ese momento cuando creí que mi vida iba a terminar, pero fue allí cuando unos pies ajenos se acercaron a mi posición, preguntando con un tono calmo si aun me quedaban fuerzas para vivir, levantando lentamente mi mirada para observar el rostro de la persona que me salvaría, un rostro que desharía nunca olvidar, sin embargo, ése rostro ahora mismo se encontraba frente a mí recitando el ritual que cambiaria mi vida una vez más.

Probablemente era mi destino sufrir estos cambios una y otra vez… miré por unos segundos a mí alrededor, los cuerpos de los ninjas que hace poco estaban atacándonos se encontraban inertes en el suelo, desplegándose su sangre a casi todo a mi alrededor. Mi visión se estaba volviendo borrosa, mi mente se nublaba y mi cuerpo caía hacia un lado, ya no me quedaba mucho tiempo y quise recordar un poco más.

Luego de ser rescatada, los años pasaron y no pude ser más feliz en esa época, ellos me cuidaron, me dejaron pertenecer a su aldea y aceptaron mis habilidades tan pronto como di señales de ello, motivándome a convertirme en ninja y ser iguales a ellos, enseñándome todo lo que sabían haciéndome prometer guardar el secreto de lo que eran, pocos conocían de su existencia. Sin embargo, ellos sabían que era peligroso, el solo hecho de existir hacia que despertara la envidia de muchos y la sentencia de muerte ya estaba dictada para ellos.

Sin embargo eso no me importó, el solo ver sus caras, sus sonrisas, tratarme con cariño y saber el lugar al que podía regresar luego de finalizar el día era suficiente para hacerme sentir satisfecha y aceptar todas las consecuencias, y eso era lo que más me hacía sentir triste ahora, pues, sabía que al despertar de mi sueño… lo olvidaría todo.